diciembre 05, 2007

DIBUJO Y CONOCIMIENTO

En el estado de Oregon hay una sociedad de hippies post tecnológicos que han abandonado todo implemento moderno, quizás al estilo de los Amish quienes están sujetos por una prohibición religiosa, aunque en este caso el rechazo a la máquina se da como reacción ante el exceso. Claro está que no usan computadoras, pero tampoco máquinas de escribir o bolígrafos. Dependen exclusivamente del lápiz para sostener a la más básica de las tecnologías. De ahí su nombre de la sociedad del grafito. Un lápiz basta, como sostuvo Cuevas en su homenaje a este instrumento, para registrar al pensamiento, al sentimiento, a una idea visual, musical, mental.

Una línea hace una marca, divide una área de otra, rasga el espacio y al hacerlo lo crea. La página en blanco no es espacio, no es silencio, ni siquiera es vacío. Estos fenómenos suceden hasta que algo sucede. El acontecimiento rompe la nada y hace espacio, construye vacíos, establece silencios; una raya basta para crear estos mundos. Pensemos en la hoja en blanco sobre el rodillo de una máquina que traza un encefalograma, un electrocardiograma, un sismógrafo. Una mano mecánica con un lápiz traza una línea constante sobre el papel enrollado. Esta línea ya es un silencio, la línea plana (flat line) sin eventos dice que nada pasa, o que ya dejó de pasar. Es la muerte la que se dibuja sobre su superficie llana.. En el sismógrafo, sin embargo, es una buena señal el que nada pase, no es la muerte la que se delinea sino la calma, la estabilidad de una situación. Como ven, la línea recta dice distintas cosas en distintos contextos. Cuando se quiebra, se rompe, salta al compás de las diferencias comienza a dibujar el estado de una mente, de un corazón, de una geografía. Una diferencia registra que hay un suceso y una infinidad de éstas líneas, de diferencias, van dibujando los contornos del fenómeno. Cuando llega el cardiólogo, el neurólogo, el vulcanólogo lee en esas rayas salvajes el perfil de una persona, la silueta de un acontecimiento. Ve buenas o malas noticias donde nosotros sólo vemos mamarrachos, esto es, ve un dibujo donde nosotros vemos tachones. ¿No sucede lo mismo cuando la gente se encuentra con los cuadros de Tápies y de Twombly?

Un dibujo no esta hecho de rayas sino de diferencias. Las rayas son sólo eso, las diferencias son variaciones dentro de un contexto semántico. Un dibujo es la construcción de una representación a base de las diferencias hechas por las líneas dentro de un espacio contextual. Para que la línea deje de ser una mera raya ésta debe de estar representando algo, o en otras palabras, la línea delinea sobre una idea, espejea, refleja, imita, simboliza, representa. En un tratado de pintura de 1675 Joachim von Sandrart incluye una serie de grabados con el tema del origen de la pintura. En todos ellos se ve a un personaje trazando la silueta de una sombra sobre la tierra o la pared. Se dice que la pintura nació cuando una línea intentó capturar, a través del contorno de una sombra, a la persona que la proyecta. La línea entonces se convirtió en dibujo. Un dibujo es siempre el dibujo de algo, ya sea la aspiración ilusionista del contorno de una silueta o, como en los ejemplos de arriba, cuando una línea representa los ritmos cardiacos , mentales o terrenales. Podríamos hablar en un caso de una representación mimética y en el otro (siguiendo a Gombrich) de una representación conceptual. Pero en ambas las líneas describen algo más allá de si mismas, funcionan como puentes entre el papel, (la tierra o la pared) y la mente. Exigirán por lo tanto de las otras mentes, las que atestiguan el hecho, que recorran y recompongan el mismo camino entre las rayas allá afuera y la idea.

El dibujo marca el origen del conocimiento, coloniza al mundo empapándolo de mente como un perro señala, firma y se apropia de su territorio. El perro lo hace con su orina para reconocerlo con su olfato, el hombre lo hace con su mente ( o como decía Gironella, de la mente a la mano, de la mano al palo, del palo al pelo, del pelo a la tela) para reconocerlo con su mente a través del ojo, o de la mano si es en Braille. Los trazos del dibujo están antes del lenguaje o a la par de él; de hecho son ya una forma de ideograma; ideas grabadas en el mundo para ser regresadas al plano de las ideas. Según Platón las Formas de las Ideas delinean o dibujan al mundo en una mimesis conceptual muy parecida a la de Zeuxis. Las Formas espejean al mundo, o viceversa; mente y mundo bailando tan pegaditos que a veces se confunden.

El dibujo esta también en el origen de nuestra cronología personal; nuestras primeras exploraciones en el mundo se hacen inmersos en él pero nuestros primeros dibujos se hacen sobre el mundo. El bebé nada naturalmente en la alberca del mundo explorando su cuerpo y el medio en el que su cuerpo se mueve. Pero cuando comienza a dibujar, y muy claramente dibuja porque toda marca infantil es una señal con un sentido específico, se coloca por sobre su mundo, como si tomara una posición superior o distanciada, pues solo separando mente y mundo puede hacer un dibujo que refiera a esta relación. Al darse cuenta que él y el mundo son distintos el niño comienza a tomar control del mundo y de sí mismo. Al dibujar ve que él lo hace, su mano claramente crea un efecto, una marca que es inevitablemente personal. Su marca lo define a él, es él. Hegel lo vio claramente; el origen de la conciencia que se da cuenta que es conciente se produce en el momento en que la mente que empuja la mano deja una señal para que la mente la, se reconozca. El dibujar es este momento inicial de nuestra conciencia, cuando despierta y ve el mundo y el proceso de verlo se vuelve indistinguible del acto de marcarlo, señalizarlo, dibujarlo.

Pero algo sucede cuando los niños comienzan a escribir. Noten que no dije hablar. No es el habla lo que transforma sus dibujos puesto que cuando comienzan a hablar muy claramente definen lo que sus dibujos quieren decir, y los siguen haciendo. No es el habla lo que transforma sus dibujos sino la escritura. El largo proceso de control psicomotriz en el que se embarcan para controlar las marcas rígidamente establecidas del abecedario tiene un efecto sobre la libertad grafológica que poseían. Poco a poco, conforme van creciendo y adentrándose en el largo camino de la enseñanza van perdiendo el contacto con el dibujo como una experiencia vital cognitiva. El territorio de lo novedoso esta en lo conceptual, en como las palabras refieren a un mundo de ideas. ¿Qué papel le queda jugar al dibujo en etapas posteriores?

¿Qué implica enseñarle a dibujar a un joven? ¿O volteando la pregunta, tiene algún sentido enseñarle a dibujar a un niño? No pretendo responder estas preguntas, solo dejarlas flotando en su atención. La etapa de la exploración cognitiva del niño mediante el dibujo queda atrás cuando todo su esfuerzo se redirige a la asimilación conceptual de su mundo, y para un joven la frescura del dibujo infantil carece ya de sentido. Si un dibujo es una línea o marca que refiere a algo más, sea esta referencia ilusionista o conceptual, entonces enseñar a dibujar será, en el primer caso, el dotarlo de las técnicas y maneras de las representaciones según la tradición occidental, claramente parcial al ilusionismo, o de las tradiciones de representación de la India, Japón, China, Africa, etc., En el segundo caso, que Gombrich llama conceptual, las marcas sobre una superficie refieren a algo más, no por su parecido mimético sino por una conexión arbitraria, axiomática, entre dos elementos totalmente distintos pero relacionados por un contexto semántico; en el caso del electrocardiograma la relación entre la repetición de las rayas que rompen la horizontal y el ritmo de las pulsaciones cardíacas. Un método de enseñanza del dibujo y la pintura desde esta posición lo desarrolló Paul Klee en sus cuadernos de notas para sus clases en el Bauhaus. El partía del supuesto de que la línea ( y de allí el área, la forma, el color, etc.) se comporta conforme a las fuerzas y principios de la naturaleza. Así una línea es activa o pasiva, libre o limitada, masculina o femenina, fuerte o débil. De esta manera Klee podía casi leer sus cuadros y dibujos, y conforme a esto los dotaba de títulos poéticos.

Posiblemente haya un tercer camino para la enseñanza del dibujo; éste sería un trabajo cuasi- terapéutico de contrarrestar el peso excesivo que las palabras adquieren sobre las imágenes en nuestra cultura y por consiguiente implica una labor de re-equilibrar la relación de los hemisferios derecho (visual, intuitivo, analógico) con el izquierdo (lingüístico, digital, matemático). La línea, en tanto dibujo visual simbólico se dirige al lado derecho del cerebro, mientras que ésta como señal, signo que apunta a una idea, al izquierdo. Su interacción en nuestra vida es incesante, fundamental. La labor de toda persona civilizada, como ya lo apuntó Schiller en La Educación Estética del Hombre es mantener en armonía estos dos lados de nuestro ser sin permitir que uno colonice o aplaste al otro. El pecado de no desarrollar el lado izquierdo es el salvajismo, el olvidarse del derecho en cambio lleva a la barbarie de la razón desconectada de los sentimientos, un pecado aún más común en nuestra época. El arte, por tanto, es el camino real que lleva hacia una educación equilibrada de la humanidad y el dibujo, como la manifestación más fundamental de la mente en el mundo, es un instrumento esencial para desarrollar nuestro conocimiento, a la vez que cultivar nuestra sensibilidad, y esto lo hace, creo yo, independientemente de la tradición pictórica en la que se manifieste. Así es que dibujen con modelo o dibujen sin él, dibujen libremente o aprendan la disciplina de una tradición, practiquen la figuración o exploren la abstracción, dibujen bien o dibujen mal, pero dibujen.

Luis Argudín
Xicalco, 2003-06-25

Leido en el coloquio de Temas y Problemas de las Artes Visuales, organizado por la Escuela Nacional de Artes Plásticas, la Facultad de Arquitectura y el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, en la Academia de San Carlos, el 3 de Julio del 2003


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